12/8-Jesús nos sostiene en las tormentas de la vida
Santa Juana Francisca de Chantal
Juana Francisca Frémiot nació en Francia en 1572. Casada con el barón de Chantal, fue modelo de esposa cristiana, dedicándose al cuidado de sus seis hijos y a la vida espiritual. Enviudó a los 30 años.
Guiada por su maestro, Francisco de Sales, fundó la Orden de la Visitación (salesas), dedicada a la oración y al cuidado de los enfermos.
La oración y la caridad siguen siendo sus consignas, en el espíritu de su fundadora y de san Francisco de Sales. Murió en Francia en 1641.
Después de aquella glorioso visión, donde Jesús es transfigurado, y al momento de descender del monte con sus tres discípulos, Pedro, Santiago y Juan, nuestro Señor se encuentra con una situación muy diferente a la experiencia que había vivido, ve confusión, angustia y desesperación de un padre por su hijo que era atormentado por un demonio y al cual sus discípulos no habían podido expulsarlo.
Esta historia está narrada en los tres sinópticos, pero Mateo ofrece una versión muy resumida, Marcos es el narra con más detalles la historia, y Lucas ofrece otros detalles al respecto. Veamos lo que podemos aprender de esta lección.
Esta historia nos muestra el contraste que hay entre la gloria de arriba y la confusión de abajo.
Vimos en los versículos anteriores la gloria que estaba ocurriendo arriba, en el monte, la transfiguración de Jesús, pero mientras eso pasaba, abajo un hombre afligido por su hijo lunático había llegado para buscar ayuda y sus discípulos habían intentado expulsar al demonio sin lograrlo por lo que se inició una disputa entre ellos y los escribas: "Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron. Él les preguntó: ¿Qué disputan con ellos? Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron", (Marcos 9,14-18).
Rafael, el famoso pintor y artista italiano, elaboro una pintura donde podemos ver este contraste del que estamos hablando, en ella se ve en la parte superior a Jesús siendo transfigurado, a Elías y Moisés a su lado, y los tres discípulos, Pedro, Santiago y Juan postrados, adorando y deleitándose en aquellas gloriosa visión; mientras que en la parte inferior de la pintura se muestra la confusión y alboroto provocada por el padre angustiado y la incapacidad de los discípulos de echar fuera el demonio.
Así es el contraste entre el cielo y este mundo, mientras que en el cielo reina la gloria excelsa de Dios, este mundo está confundido y turbado por el pecado.
De acuerdo con Marcos aquella multitud acudió a él y les pregunto qué es lo que pasaba, pero en medio de ellos salió el padre del hijo endemoniado el cual arrodillándose le rogó: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. La palabra lunático se traduce del griego seleniádsomai (σεληνιάζομαι), que literalmente significa "alguien afectado por la luna".
Los antiguos griegos creían que si alguien dormía bajo la luz de la luna podía ser gravemente afectado.
Al parecer el hijo de este hombre estaba gravemente afectado por el demonio y requería un gran cuidado ya que de lo contrario este lo podía matar: porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua.
Marcos nos detalla muy bien los efectos de una persona endemoniada: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando.
Y Lucas nos agrega: "y sucede que un espíritu le toma, y de repente da voces, y le sacude con violencia, y le hace echar espuma, y estropeándole, a duras penas se aparta de él", (Lucas 9,39).
Podemos ver aquí la terrible condición de este hombre y la agonía de su padre ante semejante situación desesperante.
De este versículo podemos aprender mucho en cuanto a la verdadera fe. Aquel hombre tenía fe en que Jesús podía hacer el milagro, pero cuando lo busco encontró a sus discípulos, y pudo haber pensado que a lo mejor estos por ser sus seguidores podían ayudarle ya que nuestro Señor les había dado autoridad para sanar enfermedades y echar fuera demonios, pero lamentablemente no pudieron, y al fallar se despertó una gran discusión entre ellos y los escribas: "Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos", (Marcos 9.14).
Aquí vemos el cuadro típico que a veces ocurre en la iglesia.
Muchas personas que acuden poniendo su esperanza en la religión de unos cuantos hombres se decepcionan al no recibir nada, pero este hombre no se desanimó, sino que su fe continuó y pensó que, si sus discípulos fueron incapaces de ayudarlo, el verdadero Maestro podría.
Cuando la iglesia nos falle, no nos alejemos de Dios, porque al final todos somos hombres imperfectos que hemos sido redimidos y estamos en la lucha por completar la carrera que tenemos por delante, antes debemos perseverar buscando a Jesús el cual nos puede ayudar y dar la respuesta que necesitamos.
"Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con ustedes? ¿Hasta cuándo los he de soportar? Tráiganmelo acá. Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora". Mateo 17,17-18.
Cuando le hubieron explicado a Jesús lo que había pasado y de que como sus discípulos habían intentado liberar al hijo de este hombre y habían fracasado, Jesús reprende a todos sus discípulos, y en general a todas las personas que estaban allí porque lo cierto es que el fracaso de los discípulos radicaba en su falta de fe y corazón duro.Obviamente el Señor no iba a poder estar con ellos para siempre, y por ello necesitaba que ellos aprendieran la lección en cuanto a la verdadera fe.
Marcos nos da mayores detalles en cuanto a lo que pasó: "Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Tráiganmelo. Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó", (Marcos 9:19-27).
Como cristianos debemos luchar por creer, aunque no sea fácil, pero no abandonemos nuestra esperanza en Cristo, debemos creer con todo el corazón porque al que cree todo le es posible.
Aquel día aquel hombre fue recompensado por su fe en Cristo, pero después de este milagro Jesús se apartó con sus discípulos y estando aparte estos le preguntaron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?. Por su poca fe.
En la vida cristiana necesitamos fe, fe para caminar con Dios, para vivir día a día, para sanar, fe recibir, fe para realizar su obra y servirle, para perseverar. Toda nuestra vida debe ser de fe, debemos poner nuestra esperanza en Cristo y creer que su presencia es mas que suficiente para triunfar en esta vida.
Debemos aprender a crecer en nuestra fe ya que aun la más pequeña es capaz de hacer grandes obras: porque les aseguro que si tuvieran fe como un grano de mostaza, dirían a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada les será imposible.
¿Y cómo podemos crecer en nuestra fe?. Cultivando nuestra relación con Dios en comunión y obediencia a la palabra, así podemos estar seguros de que nuestra fe crecerá y nos ayudará a vivir en este mundo de confusión.