19/6 MISERICORDIA Y PERDÓN
La Ley del Talión intentaba proteger al menos una parte del cuerpo para evitar la destrucción total: en este caso los dos ojos. Era imponer al malvado la misma pena del daño que causó. Significaba un mínimo progreso con respecto a la venganza total algo arraigado en lo más profundo del corazón humano. Pero con esa ley el mundo irá quedando poco a poco sin ojos. Se trataba de un orden jurídico muy actual, que, por desgracia, todavía está arraigado en la vida humana.
Jesús desde el nuevo código del reino, el código de las bienaventuranzas nos pide el amor para los que causan la violencia y el mal. Es como la antítesis de la ley del Talión. Esta es la paradoja del cristianismo hacer el bien a los que nos maltratan, rezar por los que nos persiguen. Se rompe el orden jurídico por el nuevo orden del amor sin límites. Al orden jurídico se impone el orden del amor.
Esa manera de vivir, que es la esencia del evangelio, es el único camino para ser felices.