2/3 "Busquen y encontrarán"
La cultura individualista imperante nos ha ido transmitiendo que lo primero y más importante somos nosotros y la satisfacción de nuestras necesidades, gustos y deseos fundando esta premisa en que nos merecemos, por derecho, todo lo bueno sin que importe lo que se haga para obtenerlo.
Jesús sacude este criterio, tan superficial, y nos invita a ensanchar la mirada y a romper el cascarón que nos encierra y nos impide dar valor a la vida en sí misma. No todo lo que anhelamos o deseamos es puerta segura a la felicidad.
La providencia de Dios hoy se enfrenta al egoísmo exacerbado de muchos que acaparan para sí lo que ha sido creado para todos. Por ello Jesús continúa su catequesis de oración llamándonos a una vida dispuesta al buen trato y al compartir con generosidad.
Demuestra tu confianza en la providencia de Dios poniendo un límite a tu ego y comparte tus bendiciones. ¡La vida te recompensará en cada acto de bondad!
La oración cristiana ha de permitir que en cada creyente aflore la humanidad plenamente. La oración no tiene que volvernos mejores católicos, o mejores religiosos, o mejores adeptos a un credo, no. La oración tiene por cometido volvernos mejores personas.
Un cristiano que ora ha de ser una persona de una ética clara y concreta, donde el amor, la inclusión, el perdón, la reconciliación, el respeto fascinante por la diferencia, la defensa de los pobres, el clamor de la justicia, el cuidado de la creación y la bondad sin límite sean la quintaesencia de su vida.