24/8 San BARTOLOMÉ APÓSTOL
SAN BARTOLOMÉ APÓSTOL llamado también Natanael, nació en Caná de Galilea.
Su nombre significa "hijo de aquel que lleva el agua", según una meditación de San Pedro Damián.
Felipe lo presentó a Jesús a la orilla del Jordán y entró en el grupo de los primeros llamados.
Nada se sabe con certeza sobre su actividad apostólica después de Pentecostés.
Pero, según tradiciones muy antiguas, dio testimonio de su fe en Cristo con su palabra y su vida.
LECTURAS DE LA FIESTA
Jn 1 45-51 EVANGELIO EN AUDIO
Hay una distinción que nos puede ayudar mucho en nuestra vida cristiana y que tiene mucha importancia en la vida de los apóstoles y discípulos de Jesús.
Es que Jesús no dijo a ninguno de ellos: "crean en mí". Su palabra fue muy diferente: "Déjalo todo, ven y sígueme". Aunque estas palabras no salgan exactamente en el texto evangélico de hoy, están implícitas en las palabras de Felipe a Natanael, cuando le dice "hemos encontrado a Jesús, hijo de José, de Nazaret".
No dice Felipe que se haya encontrado con un libro de teología o con un catecismo donde se resuman una serie de verdades que es lo que hay que creer. Y que esté presentando a Natanael ese libro con las verdades que contiene para que Natanael crea en ellas y así se salve.
Parece que el libro de Natanael no apuntaba a unas verdades sino a una persona: "Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas".
Todo apunta a una persona, a un estilo de vida. Muy diferente de unas verdades en las que creer, a las que asentir.
De lo que se trata es de ponerse en movimiento, de dejar de hacer y vivir lo que se estaba haciendo y viviendo para comenzar a vivir y hacer de otra manera.
Así lo vivieron Bartolomé / Natanael y los demás apóstoles. Así lo han vivido tantos y tantas a lo largo de estos veinte siglos.
Aunque a veces nos haya parecido que lo más importante es saberse bien de memoria el credo y asentir a todas las verdades que propone la Iglesia, la realidad es que lo más importante es seguir a Jesús, hacer lo que él hacía, vivir a su estilo.
Eso significa estar cerca de los pobres y marginados, de los que sufren y de los que les ha tocado la peor parte en nuestro mundo.
Eso es anunciar el Reino de Dios, tan importante o más que las hermosas celebraciones litúrgicas en nuestras catedrales.
Hoy Jesús nos sigue llamando e invitando a hacer de él nuestro modelo. Entonces seguro que veremos cosas mayores, porque veremos la gracia y el amor y la misericordia de Dios que se hace presente en nuestro mundo.