27/3 "Yo tampoco te condeno"
"Aquel que salva una vida, salva al mundo entero" dice el Talmud, el libro sagrado de la religión judía. Pareciera que Jesús, empeñado en darle plenitud a la ley, se aferra a esta idea: la de salvar más allá de condenar.
Ante la pregunta de los maestros de la ley respecto del adulterio, no se apresura a responder, consciente de que está en riesgo la vida de una mujer reducida a "objeto de impureza" por parte de una sociedad patriarcal machista.
Jesús se abaja al nivel del suelo, donde se encuentra colocada en ese momento la dignidad de un ser humano. En contacto visual y emocional con la mujer, reflexiona y seguramente ora, pensando cómo ayudarla frente a tantas personas que la quieren ver muerta.
La respuesta de Jesús apela a la verdad del proyecto de Dios, que no ha venido a condenar sino a recuperar la vida maltratada.
Jesús nos recuerda que Dios no quiere un mundo de víctimas y victimarios, sino de vidas liberadas del egoísmo y la maldad.