3/1 El CORDERO DE DIOS
En la escena anterior Juan el Bautista se introducía como una voz que grita en el desierto. Ahora, no solo nos pide escuchar sino también ver. Ese a quien habían anunciado los profetas (por medio de la voz), ahora se deja ver. ]]
Pero son tantas las distracciones en esta época de consumo navideño que se hace difícil reconocerlo. Nos hipnotizan o narcotizan las pantallas y terminamos evadiendo la realidad de sufrimiento y de dolor que nos rodea.
Juan el Bautista nos da una primera clave en preparación para la Epifanía (manifestación de Dios): afinar nuestra mirada para saber reconocer al Cordero de Dios.
Y ¿dónde se deja ver? En las vidas humildes y sencillas; también en las vidas empobrecidas y oprimidas que esperan liberación.
Ahí está el Cordero de Dios inmolado a causa de la ambición, la corrupción, los abusos, la violencia y las desigualdades.
Para reconocerlo, es necesario acercarnos con corazones dispuestos a dejarse transformar por él y su Buena Noticia de Salvación.