3/3 RECONCILIARNOS
El genuino cristianismo que radica en seguir a Jesús, adherirse a él y proseguir su causa tiene por tarea fundamental destruir la lógica natural humana basada en el egoísmo y en el acaparamiento.
Esta lógica trae consigo una carga fuerte de revancha, desquite y no perdón. Es expresión de la vida más natural el "me la hiciste, entonces me las pagas" Jesús propone un itinerario diferente. Invita a asumir otra lógica, que podemos llamar "la antilógica humana"
La reconciliación se convierte en el llamado y la exigencia clara que Jesús le plantea a sus seguidores. No se puede estar adherido a Jesús y seguir con la lógica de nuestra herencia animal. El Evangelio tiene exigencias. No puede existir el cristianismo sin exigencia ética. Por ello el imperativo de Jesús es cambiar la simbólica y el imaginario de violencia, de revancha, para entrar en la lógica del perdón, la reconciliación y la paz. Que en esta cuaresmo hagamos bien la tarea.
No es fácil pedir perdón y estar en paz, si nos han o hemos ofendido. Jesús nos recuerda que el equilibrio personal, familiar y comunitario se alcanza manteniendo la armonía en nuestras relaciones. Alimentar el orgullo nos conduce a vivir ofendidos y distanciados.
El camino de la reconciliación pasa por el reconocimiento de la propia fragilidad, pues lo que rechazamos en las personas conecta con nuestras inseguridades y prejuicios. Perdonar y pedir perdón es un camino no exento de dolor u obstáculos, pero su recorrido nos hace personas más comprensivas y humanas. Aprendamos a madurar el amor que no se fija sólo en las diferencias o deficiencias sino, ante todo, en las oportunidades de crecimiento. Hagamos un momento de oración en el que podamos reconciliarnos con nosotros mismos; pidamos a Dios la gracia de comprender y aceptar a los demás, que su gracia nos ayude a saber convivir en armonía y en paz.