31ºDA-C El petiso ZAQUEO
Jesús está a nuestro lado siempre, lo único que espera de nosotros es que deseemos estar con Él. Esto le pasó a Zaqueo y hoy lo vamos a recordar.
+ En este Evangelio, que relata el encuentro de Jesús y Zaqueo, vemos a Zaqueo
interesado, deseoso de conocer a Jesús. Y este es el primer paso que nos mueve
el corazón: querer conocerlo.
+ Pero con el deseo solamente no lo vamos a conseguir. Zaqueo pensó cómo hacer para lograrlo. No se detuvo ante la dificultad, buscó un árbol alto y se subió.
+ Y Jesús siempre supera nuestros deseos. Y eso nos llena de alegría. Porque Él
nos conoce pero también quiere quedarse con nosotros, quiere acompañarnos
cada día, quiere transformar nuestras vidas, quiere salvarnos.
+ Y nosotros, ¿queremos recibirlo en nuestra casa, en nuestro corazón? ¿Qué
tiene que transformar Jesús en nosotros?
+ Jesús siempre mira nuestros corazones y no nos rechaza si encuentra cosas
que no nos hacen bien como el egoísmo, la envidia, la mentira, sino que ve el bien
que puede hacer en nuestras vidas.
+ El Papa Francisco nos dice que la actitud de Jesús con Zaqueo nos indica el
camino: el de mostrar a quien se equivoca su valor, ese valor que Dios sigue
viendo a pesar de todo, a pesar de todos sus errores. Esto puede provocar una
sorpresa positiva, que causa ternura en el corazón e impulsa a la persona a sacar
hacia fuera todo lo bueno que tiene en sí mismo.
Jesús quiere que todos nos salvemos y seamos felices, para ello debemos amar compartiendo lo que tenemos.
A cada intención respondemos: DANOS UN CORAZÓN NUEVO
1. Por el Papa Francisco y todos los pastores de la Iglesia, para que sepan mostrarnos el amor de Jesús. Oremos.
2. Por los gobernantes y dirigentes para que siempre sepan trabajar por los que más necesitan. Oremos.
3. Por las personas que no conocen o están alejadas de Dios, para que como Zaqueo quieran encontrarlo. Oremos.
4. Por todos nosotros, que deseamos conocerte y amarte cada día más. Oremos.
Padre Bueno, que nos das muestra de tu amor inmenso, regálanos la confianza de pedir perdón, cada vez que nos equivocamos. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. AMÉN