8/11-MES DE MARÍA-2º día -FÁTIMA

07.11.2023

PARA VER CON LOS MÁS PEQUEÑOS

En el siguiente video conoceremos un poco el lugar donde se conocieron los padres de la Virgen María, San Joaquín y Santa Ana, así como la casa en la que nació María en Jerusalén: 

ORACIÓN EN CASA
Busca un lugar tranquilo, elige una postura cómoda que te permita estar un ratito con tu amigo Jesús y con María. Comenzamos con la señal de la cruz: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 
      Hoy hemos visto cómo María fue una niña como nosotros, que creció en una familia llena de amor y cariño, donde le enseñaron a querer mucho a Dios. En este rato de oración, vamos a tener muy presente a nuestra familia. Puedes comenzar haciendo un dibujo de tu familia o buscando una foto donde salgan todos los miembros de tu familia. 
    
Con tu dibujo o tu foto en la mano, vete presentándole a Jesús a tu familia y dile algo que te guste de cada uno de ellos:
    
Jesús, esta es mi mamá, se llama ……… y lo que más me gusta de ella es……Jesús, este es mi papá, se llama…… y lo que más me gusta de él es ……..Jesús, este es ……Jesús, esta es ……

ORACIÓN POR LA FAMILIA  Dios Padre nuestro, bendice a nuestra familia con el don de la fe, del amor y de la alegría. Danos unas manos generosas para colaborar con los demás. Padre bueno, bendice a todas las familias del mundo para que imitando a Jesús, María y José, la familia de Nazaret, colaboremos en la construcción de un mundo más justo, humano y fraterno. Amén.

Jesús señala cómo tiene que ser nuestro amor con una dureza que nos resulta difícil de afrontar. Es un pasaje del Evangelio que, cuando lo leí por primera vez, me echó para atrás. Me parecía imposible que aquello estuviera conforme con otros textos evangélicos como la parábola del buen samaritano, por ejemplo. A fin de cuentas el levita y el sacerdote que pasaron de largo, lo hacían por respetar el rito del culto a Dios. Y el bueno era el samaritano. Y ahora encuentro que lo primero es Dios y lo demás hay que posponerlo. Señor, aclárame esto, pedía...

La traducción de la Biblia que yo utilizaba por entonces, usaba el verbo odiar: "Si alguno viene en detrás de mí y no odia a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos [...]no puede ser mi discípulo". Demasiado fuerte.

Porque para amar de verdad al prójimo, al más cercano que es la familia, y al que forma parte de toda la familia humana, es necesario, imprescindible, un cimiento: el mismo Jesucristo.
   Nada podemos edificar sobre arena ya sea un sentimiento, un deseo, una emoción, un apego.
   Él nos dice también "sin Mí no pueden hacer nada".
    Posponer nuestros afectos más legítimos, nuestros apegos, nuestra necesidad de dar y recibir afecto significa tener a Cristo como único cimiento. El único que puede poner solidez y fortaleza a nuestro amor. Un amor que ha de manifestarse en obras y que tantas veces es frágil e inconsistente.